miércoles, 1 de abril de 2009

1 de Abril

Cambie de lectura para mis viajes en metro a Santa Coloma. Deje en stand by a la Lessing y empecé a leer a Cormac McCarney con una novela que se llama “No es país para viejos”. Vi el libro en la biblioteca de Montabu. Me llamo la atención porque trata sobre la violencia en la frontera de México y USA, del lado estadounidense. Durante el trayecto leía un monologo del sheriff Bell donde expresaba lo impresionado que esta de la escalada de violencia en la frontera, la violencia del narco, la de los americanos contra los beaners, la violencia de la desigualdad. Del metro a la fundación tengo que caminar en medio de la lluvia. Pienso en que habrá poco alumnos. Me topo con la monjita que organisa las clases, me recuerda la junta que habrá mañana y me dice que tendremos unas vacaciones de semana Santa. En la fundación hablo con Thelma y me pregunta sobre cómo están las cosas en mi piso. Le anda buscando piso a unos amigos de ella que tienen una bebe y el tipo no tiene papeles y no puede pagar un piso muy caro. Por mi no hay problemas compartir piso con ellos, pero también comparto piso con otras personas.
Como supuse llegan pocas personas por la lluvia. Tengo un nuevo alumno chino. Cuando le pregunte de donde era no sabía que responder, con un mapa le pregunte si era de China. El me dijo que no. Le pedí que señalara de donde es y señalo china. Le dije que entonces era chino y lo volvió a negar. Me dijo otra cosa que no entendí. Le pregunte que su ciudad era de china y me dijo que sí. Entonces supuse que confundía la ciudad con el país. Y como que puse en claro que es chino… pero no estoy seguro, para él debo hablar en mexicano. En la clase volvimos a ver cómo conjugar los verbos. La clase pasada me di cuenta que no sabían conjugar, hoy aproveche que eran pocos para poner bien en claro como se conjugan los verbos; también aproveche para conocer más de cerca a aquellos que se ocultaban entre algunos que faltaron. En especial un par de georgianos que casi siempre se quedaban callados y por eso la monja creía que no sabían escribir. Los hice pasar varias veces al pisaron y si sabían escribir. Al final como repaso vimos algo de vocabulario de frutas y verduras. Había verduras que en México tienen otros nombres y batalle un poco en decirles como se llamaban. Al final los georgianos se detuvieron frente a un mapa y el más grande me dijo: Nosotros somos de aquí, antes herramos de URSS pero ahora ya no. Antes no habían querido compartir nada de ellos, solo estaban como agentes pasivos. Quiso decir algo más pero me dijo: después digo más… ahora no sé. Fue grato saber que por fin se están abriendo y quieren hablar de sus país de origen. Eso fue lo mejor, y su sonrisa nostálgica al ver la geografía de su país me pareció hasta enternecedora.

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